Ya te ha pasado. Vas caminando por los pasillos del súper y al llegar a la sección de frutas y verduras ves una fruta que se parece mucho al durazno en tamaño y color; conforme te acercas y lo tomas en tu mano, te das cuenta de que no se trata de un durazno, ya que la textura de su piel es distinta.
¿Cómo se llama esa fruta parecida al durazno? ¡Se llama nectarina! ¿Sabías que el parecido no es en balde y que en efecto la nectarina es una especie de durazno? Se diferencia de éste no solo en la textura de su piel que carece de la vellosidad característica del durazno, sino también en el olor y el sabor.
Suele comerse fresca, pero también puede utilizarse como fruta seca o como ingrediente principal de conservas, ates, mermeladas y hasta licores.
Lea también- Té de durazno: una bebida saludable que puedes tomar fría o caliente
Y a todo esto, ¿a qué sabe la nectarina? Muchos la identifican con un sabor muy peculiar, como si fuera una mezcla de durazno con ciruela, de hecho, muchos piensan que las nectarinas son un híbrido de estas frutas; pero hoy sabemos que no es así. Su origen está en China y existen diversas variantes, por ejemplo, la nectarina blanca.
Pero aquí viene la parte curiosa de esta fruta. Resulta que el árbol que produce este fruto también es llamado nectarina, y siendo una variedad del duraznero común, no es raro que las semillas de durazno den lugar a árboles de nectarinas, y lo mismo ocurre a la inversa, en ocasiones las semillas de durazno forman árboles en los que crecen duraznos. ¿Qué hermoso capricho de la naturaleza es este?.
Las nectarinas, además de ser deliciosas, son altas en carbohidratos, vitamina C y betacarotenos, que convierten a esta fruta en un poderoso antioxidante que detiene o alenta el envejecimiento de las células; los betacarotenos le dan ese hermoso color y nos ayudan a cuidar el aspecto de nuestra piel. ¿Es la nectarina tu fruta favorita?.