Si habitualmente desechas los tallos de algunas plantas comestibles, te recomendamos que de ahora en adelante los conserves para que puedas preparar un abono con tallos de repollo o acelgas. Estos tienen muchos nutrientes que ayudarán a fortalecer tu huerto.
Después de aplicarlo en la tierra de tus plantas, quedarás sorprendida de los cambios que notarás en pocas semanas. Lo mejor de todo es que se puede utilizar en cualquier planta floral, de interior, cactus o en suculentas.
Puedes reunir en casa todo tipo de tallos de cualquier especie de acelga o repollos. Incluso si las has comprado en el supermercado y están dañadas, no tires los tallos y prepara fácilmente este abono casero.
Propiedades de los tallos de acelgas o repollos
Esta parte de las acelgas o repollos es rica en fósforo, calcio, potasio, nitrógeno e incluso uno de los micronutrientes más difíciles de conseguir para las plantas: el magnesio.
Así que no los desperdicies y comienza a abonar tu jardín con esta preparación sencilla, natural y 100% efectiva.
Abono con tallos de plantas comestibles
- Para comenzar reúne varias hojas que no vayas a utilizar o conserva los tallos que te han quedado de recetas. Una vez que los tengas, corta pequeñas rodajas en un envase; no es necesario que queden perfectos, simplemente es para facilitar el resto del proceso.
- Luego agrega medio litro de agua por cada 250 gramos de tallos. Es importante que queden cubiertos completamente.
- Déjalos reposar en la sombra o en un lugar oscuro durante tres días.
- Remueve durante ese tiempo para que los tallos suelten sus nutrientes, vitaminas y microorganismos.
- Filtra el líquido con la ayuda de un colador y aplícalo en el sustrato de tus plantas.
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Otros usos que puedes darle a los tallos
Los tallos de estos vegetales no solo funcionan como abono, también puedes utilizarlos para hacer un compost el cual irá liberando los nutrientes de manera lenta y efectiva.
Para hacerlo solo necesitas una botella de plástico, agua y los tallos picados en trozos pequeños. Corta el centro de la botella que esté abierto por los dos lados y ponla en la tierra de la maceta. Presiona un poco y agrega los trozos de tallos asegurándote que toquen directamente el suelo.
Luego, haz un agujero en la superficie del cuello de la botella, ponla sobre el compost que hiciste y será a través de allí que regarás la maceta. Cuando el líquido llegue a las raíces de la planta, lo hará cargado de todos los nutrientes.